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23 de abril de 2020
Vídeo Delegación de Relaciones Interconfesionales de la Diócesis de Coria-Cáceres
▶ https://youtu.be/lXSSLlxpD9U
7 de abril de 2020
Fallece Riay Tatary, presidente de la Comisión Islámica de España (CIE)
El presidente de la Comisión
Islámica de España (CIE), Riay Tatary, ha fallecido este lunes 06 de abril de 2020 en Madrid, a los
72 años, víctima del coronavirus, según han informado fuentes próximas a
la familia.
Tatary llevaba varios días ingresado en un hospital madrileño junto con su
mujer, que padece la misma enfermedad y se encuentra grave.
El también secretario general de la Unión de Comunidades Islámicas de
España (Ucide) nació en Damasco (Siria) y se afincó en España a principios de
los años 70.
Padre de cinco hijos, era doctor en Medicina y, hasta su fallecimiento,
imán de la mezquita del madrileño barrio de Tetuán.
En 1971 participó en la creación de la Asociación Musulmana de España, en
la que ocupó el cargo de presidente. Esta organización construyó, en el barrio
de Tetuán, la mezquita de Abu Bark -nombre del primer sucesor del profeta
Mahoma-.
En los años 80 fue también miembro de la comisión asesora de Libertad
Religiosa del Ministerio de Justicia.
En 1989, la Asociación Musulmana solicitó que la religión islámica fuera
declarada de «notorio arraigo» en España, petición que se hizo realidad en
julio de ese año y que abrió la puerta a la negociación de un acuerdo de
cooperación con el Estado.
Posteriormente, surgieron dos organizaciones que reclamaban la
representación de la comunidad islámica en dicha negociación: la Federación
Española de Entidades Religiosas Islámicas (FEERI), creada en septiembre de
1989; y la Unión de Comunidades Islámicas de España (UCIDE), que nació en abril
de 1991, auspiciada por la Asociación Musulmana de España, encabezada por
Tatary.
En marzo de 1992, la Dirección General de Asuntos Religiosos firmó varios
acuerdos de cooperación con los representantes de ambas federaciones, pero
exigió negociar con un solo interlocutor su desarrollo y seguimiento.
Esto llevó a FEERI y UCIDE a crear, en abril de 1992, una entidad única,
denominada Comisión Islámica de España (CIE) y encabezada por dos secretarios
generales: Mansur Escudero, en representación de la FEERI y Riay Tatary, por la
UCIE.
El Acuerdo de Cooperación se firmó el 28 de abril de 1992 y se plasmó en
una ley general, en noviembre de ese año.
Precisamente por su trabajo para la consecución de dicho acuerdo, Tatary
recibió, el 7 de noviembre de 1997, la Encomienda de la Orden del Mérito Civil
(galardón que también fue otorgado a los representantes de las confesiones
judía y evangélica, con las que se negociaron acuerdos similares).
Desde esta Delegación Episcopal de Relaciones Interconfesionales de la Diócesis de Coria-Cáceres queremos expresar nuestro más sincero pésame a su familia y a la Comunidad Islámica en España.
2 de abril de 2020
9 de marzo de 2020
ALGO NO VA BIEN EN LA IGLESIA
Juan 4,5-42
En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del
campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús,
cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del
mediodía. Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber.» Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.
La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.»
La mujer le dice: «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?»
Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.»
La mujer le dice: «Señor, dame de esa agua así no tendré más sed ni tendré que venir aquí a sacarla.»
Él le dice: «Anda, llama a tu marido y vuelve.»
La mujer le contesta: «No tengo marido».
Jesús le dice: «Tienes razón que no tienes marido; has tenido ya cinco y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.»
La mujer le dijo: «Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.»
Jesús le dice: «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.»
La mujer le dice: «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.»
Jesús le dice: «Soy yo, el que habla contigo.»
En aquel pueblo muchos creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.»
*****||*****
José Antonio Pagola
La escena ha sido recreada por el evangelista Juan, pero nos
permite conocer cómo era Jesús. Un profeta que sabe dialogar a solas y
amistosamente con una mujer samaritana, perteneciente a un pueblo impuro, odiado
por los judíos. Un hombre que sabe escuchar la sed del corazón humano y
restaurar la vida de las personas.
Junto al pozo de Sicar, ambos hablan de la vida. La mujer
convive con un hombre que no es su marido. Jesús lo sabe, pero no se indigna ni
le recrimina. Le habla de Dios y le explica que es un «regalo»: «Si
conocieras el don de Dios, todo cambiaría, incluso tu sed insaciable de vida».
En el corazón de la mujer se despierta una pregunta: «¿Será este el Mesías?».
Algo no va bien en nuestra Iglesia si las personas más solas
y maltratadas no se sienten escuchadas y acogidas por los que decimos seguir a
Jesús. ¿Cómo vamos a introducir en el mundo su evangelio sin «sentarnos» a
escuchar el sufrimiento, la desesperanza o la soledad de las personas?
Algo no va bien en nuestra Iglesia si la gente nos ve casi
siempre como representantes de la ley y la moral, y no como profetas de la
misericordia de Dios. ¿Cómo van a «adivinar» en nosotros a aquel Jesús que
atraía a las personas hacia la voluntad del Padre revelándoles su amor
compasivo?
Algo no va bien en nuestra Iglesia cuando la gente, perdida
en una oscura crisis de fe, pregunta por Dios y nosotros le hablamos del
control de natalidad, el divorcio o los preservativos. ¿De qué hablaría hoy con
la gente aquel que dialogaba con la samaritana tratando de mostrarle el mejor
camino para saciar su sed de felicidad?
Algo va mal en nuestra Iglesia si la gente no se siente
querida por quienes somos sus miembros. Lo decía san Agustín: «Si quieres
conocer a una persona, no preguntes por lo que piensa, pregunta por lo que
ama». Oímos hablar mucho de lo que piensa la Iglesia, pero los que sufren se
preguntan qué ama la Iglesia, a quiénes ama y cómo los ama. ¿Qué les podemos
responder desde nuestras comunidades cristianas?
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