Por Álvaro García
San Sebastián de los Reyes, Madrid
La noche del pasado 4 de Abril tuve la inmensa satisfacción de asistir en el Centro de Espiritualidad de Nuestra Señora de la Montaña de Cáceres a la celebración del Séder Pascual o cena judía oficiada por una mujer muy mayor que es todo un ejemplo de sabiduría y diálogo, Sor Ionel Mihalovici, religiosa de Nª Sª de Sión.
Digo lo que digo porque accidentalmente me vi totalmente involucrado en los preparativos de la cena y tuve el gran placer de conocer a esta religiosa cristiana de origen hebreo antes de ponernos a la tarea de la logística previa a cualquier celebración. Sor Ionel es una mujer que impacta, tras su sonrisa bondadosa y su aspecto menudo y frágil se esconde una cristiana valiente que, lejos de olvidar sus orígenes, ha trabajado por tender lazos y buscar el entendimiento entre estas dos religiones que ella tan bien conoce.
Es así que el Séder no es ni más ni menos que La Última Cena que Jesús celebró con sus apóstoles antes de su crucifixión, es decir, la celebración de la Pascua judía. En ella los judíos rememoran la liberación del pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto antes de llegar a la Tierra prometida. Toda la cena está rodeada de una gran simbología; por ejemplo el Maror (hierbas amargas) representa el sufrimiento que padecieron los esclavos judíos o el Charoset (la albóndiga de pasta dulce) simboliza el mortero que utilizaban los esclavos judíos para la construcción de los templos egipcios.
En mi opinión, los cristianos no nos debemos sentir extraños o ajenos en este ritual festivo que marca el inicio de la Pascua hebrea ya que estamos asistiendo a la celebración que ofició el judío Jesús de Nazaret y que, de hecho, marca las pautas de algo tan habitual para nosotros como es nuestro sacramento de la Eucaristía. No en vano, la Última Cena fue la primera Eucaristía de la Historia.
De forma que creo que no pudimos vivir mejor experiencia que la que tuvimos el pasado día 4 de abril. Gracias a todos por hacerla posible, a Sor Ionel por impartirla y hacernos partícipes de todo lo que sabe, a la Delegación y a las hermanas por dejarnos sus instalaciones y a todos por venir. Yo que como he dicho en el título soy un forastero no puedo decir otra cosa que en Cáceres se vive el espíritu ecuménico e interreligioso. Espero poder vivir con vosotros todo lo que hagáis en este sentido, me parece que lo próximo es el Certamen de Iconografía. Felicidades.